Hoy hemos tenido la primera clase de Feng Shui, el “arte” de armonizar los espacios. Nuestro profe es un tio que desprende muy buen rollo, con su moño, su barba, sus pintas de hippie…
Nos ha explicado cómo todo nos afecta, pero sobretodo, que lo más importante es lo que hay en nuestro interior, y que todo ser vivo anhela la felicidad. Es decir, por muchas cosas que nos pasen y nos puedan afectar, si nosotros queremos ser felices, lo seremos.
El planteamiento está muy bien, pero quizá es demasiado idealista para un miércoles a las tres de la tarde, después de haber ido a prácticas, acabar de comer, y tener unas ganas horribles de echarte una siesta! Tanto buen rollo, tanta felicidad, tanto amor… quizá es que soy algo escéptica, o simplemente que hoy no tenía un buen día.
Pero si realmente nos planteamos que todos podemos ser felices sólo con quererlo… ¿por qué hay tanta gente infeliz? ¿Por qué durante un tiempo yo misma formé parte de esa gente infeliz?
Aunque, quien sabe… quizá sólo debamos intentar ser un poco más felices, sonreír mientras paseamos por la calle (aunque haya gente que te mire como si estuvieras loca), disfrutar de los pequeños detalles…
En fin, creo que lo voy a intentar…